Cambio.

Cambio. Miro y me arrasco la cabeza. Título, acción y movimiento involuntario. Empezar un texto de dicha manera es algo patético, mas podría tener sus ventajas. Digo, cambiar el ritual literario y experimentar es algo válido, tampoco intento ganarme un Nobel con esto. Sugiero que ya es tiempo para el gran cambio, no una transformación corriente y rutinaria, sino una metamorfosis absoluta. Buscarle colores terciarios al semáforo y memorizar las setecientas veinte posiciones de las manecillas de mi reloj. Sobrevivir dieciocho años más tres de experiencia se dice fácil para aquel que distingue las coordinadas de una brújula elemental, pero para mi ha sido toda una odisea. Me cuestiono si sobrevivo o nunca existí, si respiro o expiro, si habito o levito, si soy materia o histeria, si soy o voy. Rechazos pretéritos aun pasean por mis lóbulos parietales y decepciones venideras son eso.. solo decepciones. El tiempo transcurre y mis manos aun siguen vírgenes de la gran obra escarlata, misma que fecundará el más puro estilo propio. La perfección sigue siendo enfermedad terminal sin antibióticos económicos y la modestia tal cual migraña ataca esporádicamente. Murmurar un cambio solo provocará cosquillas al todo en cuestión, he de vocear mientras sueño y clamarle a mi manía de postergar que permute de mi. La sombra que antes había sido mi más fiel discípulo se anticipa a mis pasos sin riendas de las cuales tirar. Mantengo la calma a pesar de que he decidido dejarme las venas crecer y coleccionar el tan de moda estrés. Quizás en un par de meses me apiade de las masas y me convierta en filántropo de ahogos. El desempleo se reforma en virtud y a la vez sincroniza con un derroche de aprendizaje. La alergia conspira contra mi en una guerra nocturna que acorta mi tercio del día preciso para paralizar el cuerpo. Enumero palabras y dicto fórmulas indispensables para olvidar. Cambiaré? Arianne me afirma lo contrario y Pepe Grillo me obliga abortar este texto. Cambiaremos! Burlar el plural no suele funcionar en estos casos. Por qué he de cambiar Yo.. si ni tú, ni él, ni ellos lo hacen? Cambiar la primera persona no es ecuánime si antes no hemos conjugado el verbo apropiadamente con el resto de pronombres personales tónicos! Al carajo la gramática, cambiar no es verbo sino una batalla sin armadura. Hoy sugiero canjear mi punto final por una coma, no puedo ofrecerme más,

Arianne Ponce.